Bailemos el bimbó

Sí sí, lo estabais deseando, lo pedíais a gritos, y el Capitán Aragón os ha escuchado, y hará justicia. A ver, señores, que me presenten al responsable al que se le ocurrió instalar esas "asas", "agarraderos" o como dios quiera que se llamen, hace ya algunos años, en nuestros autobuses. Que sí, está muy bien la idea de que todo el mundo (sobre todo las personas más bajas), pueda ir agarrado cuando va de pie, pero de ahí a parecer Tarzán en la jungla va un trecho... Cierto es que está muy bien la idea de que si todo el pasaje va agarrado ahí, con un poquito de marcha, tipo paquito el chocolatero, tres frenazos y dos acelerones, la coreografía sale que ni pintada, pero claro, resulta, señores de TUZSA, que a los pasajeros no es que nos encante sentirnos como marionetas colgadas de una barra, ni que unas molestas gomas nos anden pegando porrazos en la cabeza o en la cara cuando el autobús va lleno. Por eso, sería una buena idea que las retirarán, o al menos que las fijaran, ya que no es el primer caso en que una persona se hace los 100 metros lisos agarrada a una cosa infernal de esas. Las personas mayores seguro que me dan la razón, que son las que más usan este tipo de artilugio, por comodidad, y las que más padecen su inestabilidad. Es un milagro que aún no haya habido ninguna desgracia.